En las fértiles tierras de la educación temprana, los niños del nivel inicial del Colegio Informático “San Juan de Vera” han emprendido un viaje hacia el corazón mismo de la naturaleza. Con manos ansiosas y mentes curiosas, estos pequeños agricultores han transformado un rincón de su entorno educativo en una próspera huerta, sembrando no solo semillas, sino también semillas de conocimiento y admiración por el mundo natural que los rodea.

Inspirados por la convicción de que es esencial que los niños interactúen con la naturaleza desde una edad temprana, el equipo docente ha encabezado este proyecto, fundamentado en la premisa de que la familiaridad y el respeto por el medio ambiente son esenciales para un desarrollo integral. Al cultivar la tierra, los jóvenes aprendices no solo están profundizando en sus conocimientos previos, sino que también están adquiriendo nuevos saberes sobre la diversidad biológica, los ciclos de la vida y el uso sostenible de los recursos naturales. “Conocer el ambiente implica conocer la diversidad de seres y elementos que lo componen, respetando las manifestaciones de vida”, señalan las docentes, destacando la importancia de que los niños se conviertan en guardianes responsables de nuestro planeta desde una edad temprana.

La huerta, además de ser un aula al aire libre, se ha convertido en un laboratorio viviente donde los estudiantes pueden observar, explorar y cuestionar los misterios de la naturaleza, fomentando así su capacidad de asombro y descubrimiento. Durante el mes de marzo, los niños recibieron la visita de una mamá, quien colaboró en la enseñanza de la huerta y afianzó lo que se venía trabajando. Los niños estuvieron muy atentos y hasta hicieron sus propias preguntas. Además aguardaron ansiosos las sugerencias de la especialista para el buen cuidado de la huerta y como implementarla paso a paso. Pero más allá de las lecciones sobre la germinación de las semillas o el ciclo de vida de las plantas, la huerta también ha cultivado valores fundamentales en los niños.

El trabajo en equipo, la escucha activa, la cooperación y el respeto por el trabajo de los demás son habilidades que florecen entre las hileras de vegetales. “Aprendemos juntos, crecemos juntos”, declara uno de los pequeños agricultores, ilustrando cómo el cultivo de la tierra ha fortalecido los lazos entre los estudiantes y los ha convertido en una comunidad unida por su amor compartido por la naturaleza.

Con cada cosecha, los niños del nivel inicial están cosechando mucho más que verduras y frutas; están cultivando una conexión profunda con el mundo que los rodea y sembrando las semillas de un futuro más consciente y sostenible para todos. En esta pequeña huerta escolar, el conocimiento florece, las amistades se arraigan y el amor por la naturaleza crece más alto que cualquier girasol en primavera.